Las cigarreras de la universidad

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Las Cigarreras obra de Gonzalo Bilbao Martínez, expuesto en el Museo de Bellas Artes de Sevilla

Tere, nuestra protagonista, es una de las actuales cigarreras que trabajan en el rectorado de la universidad de Sevilla, antigua fábrica de tabacos.

Para Tere, trabajar en un edificio tan emblemático de la ciudad de Sevilla es venir a trabajar a su otra casa. Recuerda con cariño las inquietudes que caracterizaron su primera etapa en su destino actual. Nervios por no saber a que tipo de trabajo se enfrentaba, pero nada comparado con la ilusión de saberse aceptada por una institución como ésta.

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Pero no lo digo yo, lo dice la propia Tere:

          He podido comprobar a lo largo de mis años en éste último destino (antes trabajé en otros campus) que aquí somos muchos compañeros, y que como alguien me dijo al principio de trabajar en la Universidad, «la Universidad es mala madre, pero madre al fin y al cabo». Con ello me tranquilizaba para que desapareciera de mi cabeza la idea de que algún día perdiese mi puesto. Nada de eso ocurrió. Muy al contrario, me he sentido arropada por mis compañeras en momentos muy complicados de mi vida, y el Rectorado es un icono de ésta ciudad que casi todo el mundo conoce.

Las nuevas «cigarreras»

Las cigarreras modernas de la antigua fábrica de tabacos encuentran en estos pasillos la misma motivación y compañía que sus sucesoras. Al pasar por el umbral de la puerta principal del rectorado, se unen con sus compañeras, para así, juntas comenzar su jornada. Comentan anécdotas, curiosidades, motivaciones e inquietudes. Rara vez hablan del cansancio y la fatiga, hay cosas que ocupan mas interés en sus vidas.

Esta nueva generación de cigarreras están siempre dispuestas a atender al público con una sonrisa, y si bien las antiguas cigarreras enrollaban con sumo cuidado las hojas de tabaco, las de la nueva era, cuidan y miman a sus usuarios. Trabajan siendo conscientes de las grandes ventajas que tiene trabajar en este edificio, lugar céntrico, bien comunicado y protagonista de muchos acontecimientos culturales. El único inconveniente que le encuentran es el tema del aparcamiento, algo que debería solucionarse para facilitar el acceso y transporte a los trabajadores/as que no disponen de una buena combinación de transporte público.

¿Qué futuro le deparará a las nuevas cigarreras?

Si bien la mayoría de ellas continuarán en la fábrica de tabacos, nuestra Tere, cigarrera por excelencia, se tendrá que despedir de este edificio en breve, debido al traslado de la biblioteca general a otro edificio. ¿Como afronta la despedida nuestra cigarrera? Haciendo honor a la verdad, no con mucho entusiasmo. Quizás en este cambio reviva esas inquietudes e ilusión que tuvo al conocer que trabajaría en la Universidad de Sevilla, allá por los años 90.

Yo creo tener la respuesta. Sé que le será duro despedirse de este edificio, porqué es difícil no enamorarse de estos muros, pero también sé, que nuestra Tere es una mujer fuerte y valiente, que se adaptará estupendamente a su nuevo centro de trabajo, que llenará de alegría nuevos espacios, que compartirá sus anécdotas con sus compañeras de fatigas, que como nuestra Tere, son las cigarreras de la nueva era.

¿Y porqué nuestra Tere es cigarrera por excelencia?

Hay muchos trabajadores en el rectorado, pero nuestra Tere ha vivido en este edificio, siendo alumna, empleada y usuaria. Se siente orgullosa, y no es para menos. Realizó la prueba de acceso para mayores de 25 años, titulándose a los 4 años en Filología Árabe, no recortando en horas de estudio, al revés, tal y como dice ella: ¿yo?, como los estudiantes. 

Sus jornadas comenzaban a las ocho de la mañana, terminando a las nueve de la noche, jornadas de trabajo y estudio que nunca se le hicieron pesadas gracias a los paseos en los patios y visitas a las bibliotecas del rectorado.

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A título personal, yo, como compañera de pasillo de Tere, he de decir que es una de esas personas que desde primera hora se ofrecen a ayudarte con cualquier asunto, que siempre tiene una sonrisa y un comentario bonito para animarnos el día, que es una gran profesional y ¿porqué no decirlo? Es una artista. Al conocer que escribiría sobre ella, bajó ilusionada a entregarme un hoja escrita de su puño y letra relatando lo siguiente:

El edificio alberga el duende y la gracia de aquella Carmen «la cigarrera» que cautivó al francés; de aquellas mujeres que era pioneras en el trabajo remunerado de forma legal, fuera de casa. El valor que infunde una prestación por haber hecho bien un trabajo fuera de las labores domesticas. Admiradas por la gente que esperaban a la salida a aquellas cigarreras. Algunas reían, otras hablaban con compañeras, algunas de las manos de sus pequeños, a los que traían al trabajo, les aceleraban el paso para volver pronto a casa. 

No todo se ha perdido, es curioso como los edificios y lugares guardan memoria vida de lo que antaño fueron. Aquí, donde tenemos la suerte de trabajar para la Universidad de Sevilla, quedamos muchos que, como Carmen, salimos alegres. Compartimos con compañeros momentos de café, de cigarrilos, a veces hasta de celebración de cumpleaños o cervecitas de viernes. 

Pasamos muchas horas de trabajo, pero también sabemos que al salir a la calle San Fernando, nos alegra la vidael ambiente festivo de extranjeros paseando y tapeando en los bares, personas que ocupan en ambas direcciones el carril bici y transeúntes que esquivan como pueden el paso del tranvía y bicicletas. Un mural de color diverso cuyo telón es la Universidad de Sevilla. 

Y ahora, cuando muchos de nosotros estamos hechos a todo esto, nos marchamos. Los que se quedan aquí saben que pasaremos a verlos, por aquello de que «la cabra siempre tira al monte», y yo creo que aunque ocupemos otro puesto u otro lugar de trabajo, siempre se nos fotografiará en la memoria dentro de estas paredes. 

Y el tiempo que nos quedé por estar aquí, seguiremos contando lo dura que ha sido la jornada, lo bien que nos han tratado en algún servicio y lo fácil que resulta todo cuando un compañero te ayuda. Es decir, cosas del día a día sin más, pero he de reconocer que aún en las diversas circunstancias que se ofrecen durante la jornada, cuando salimos, siempre lo hacemos con el espíritu alegre de la mujer pionera que ocupó este lugar; Carmen o Lola, Juana o Pepa y esos hombres, que lucharon por la igualdad de género sin temor a que lo calificarán de «poco hombre»

¡Un legado precioso que vamos a conservar siempre! 

 

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